24 de abril de 2019

ameces americastés americasteyano

Denominaciones para el castellano americano: 

ameces, americastés, americasteyano.



En la península ibérica, las naciones existentes aún hablan más de una decena de antiguas lenguas vernáculas, como Euskera, Catalán, Valenciano, Gallego, Asturiano, Castellano, etc., entonces, no es coherente hablar de una "lengua española"; así, el posterior y mal llamado "idioma español" resulta inapropiado para referirse a la lengua castellana.

Lo que se llevó a América fue el castellano, el mismo que fue enriquecido con las lenguas de los pueblos originarios, además que fue simplificado con la eliminación del pronombre vosotros y con la erradicación de fonemas prescindibles como /θ/, /ʎ/ y /ʱ/ (aspiración de la hache). Por ello, es adecuado afirmar que hoy los americanos hablan el castellano americano, lengua estándar que coexiste como el paraguas de los diversos dialectos locales.

Para fines de siglo, este castellano americano podría ser más conocido como la lengua americana (o, el idioma americano), cometiéndose el mismo error que con el mal llamado "idioma español".   Quizá sea prudente anticiparnos y emplear denominaciones como "americasteyano", "americastés" o "amecés" (pronunciado /amekés/).  ¿Alguna mejor propuesta?





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2 de abril de 2019

CUENTO LUZ COMO AGUA CRITICA ANALISIS GABO


CUENTO LUZ COMO AGUA CRITICA ANALISIS GABO





El presente análisis lo haremos desde el enfoque interpretativo aplicado.

Con la construcción de este cuento, el autor se permite representar, figurativamente, algunas realidades de ésta sociedad occidentalizada y aparentemente moderna.

En este análisis, tan solo desarrollaremos dos realidades, la primera realidad es de las relaciones intergeneracionales, específicamente en dos aspectos: uno, las interacciones de negociación y de condicionamiento; dos, el debilitamiento de la confianza y de la comunicación.

La segunda realidad es el potencial de perder a la siguiente generación de jóvenes.

  • Acotación:
  • Con fines educativos (no comerciales) y para este análisis interpretativo, al cuento de Gabo lo hemos fragmentado y numerado para fácil referencia.

Vamos al análisis interpretativo:

A.
La familia de Totó y Joe migraron de Cartagena de Indias a Madrid, esto no solo representa la migración de los ciudadanos de ámbitos rurales a urbanos sino también a la migración de la sociedad del siglo XX al siglo XI.
Ver fragmento (2).

B.
Los padres de Totó y Joe habían cedido a canjear el desempeño estudiantil de los hijos por objetos que les pidieran. Se aprecia el capricho de los niños quienes sin atender explicaciones racionales exigen con urgencia ser atendidos. Generalizando, es como las generaciones actuales entienden, pero no aceptan la virtud de la paciencia; quieren las cosas rápidas, y si no se dá esa inmediatez, esto podría generar consecuencias indeseables.
Claro que estas exigencias estuvieron respaldas por tratos previo con los padres, convenios que quizá fueron muy ligeramente estipulados, y que dejaron sin margen de maniobra a los padres.
Ver fragmentos (1), (2) y (9).

C.
Totó y Joel, con el apoyo de sus amigos lograron darle solución a un obstáculo a su capricho, conducta que sería deseable cuando se trata de resolver y lograr los deberes.
Ver fragmento (3).

D.
"y ya está", este microdiálogo, tan cortante, representa el abismo comunicacional entre las generaciones, donde los adultos no encuentran las formas para acercarse y lograr la confianza de los jóvenes, y donde los jóvenes podrán abrirse o entregar su confianza a sus amigos contemporáneos, pero no a los adultos. En el cuento, los niños, quizá con las recomendaciones de sus amiguitos ya lo tenían todo planeado, pero también supieron guardar el secreto.
Ver fragmento (4).

E.
La ejecución del plan con el máximo de clandestinidad ante la mirada de personas que estén fuera de su grupo juvenil, refuerzan la interpretación D.
Ver fragmento (5).

F.
El bote, con sus complementos como el sextante y la brúgula, representan a cualquiera de los objetos mundanos que fueron diseñados para el consumo juvenil y destinados a dar placer; puede ser una video consola, un televisor con cable, las drogas sociales como los cigarros o el alcohol, etc.

G.
La dopamina generada por este placer no mantuvo con su efecto, porteriormente los muchachos estuvieron ansiosos por más. Luego de conseguir otross objetos para su capricho, el consumo para el placer de los jóvenes fue incrementado de "cuatro palmos" a "dos brazas".
Ver fragmento (7) y (10).

H.
Los padres de Totó y Joel lograron ver que algo andaba "mal", pero no profundizaron en la anomalía, pues evaden esa responsabilidad con un "Dios te oiga".  Esto es semejante a otra realidad en la que los jóvenes biortográficos emplean la ortografía etimológica (formal) del castellano con los adultos, pero usan la ortografía fonética entre sus compañeros durante sus charlas a través de sus cuentas protegidas con contraseñas; los adultos lo observan de lejos, pero se limitan a opinar que es una barbaridad, que arruinan la lengua, etc., pero no logran asumir que las nuevas generaciones van por la simplificación ortográfica, en rumbos imprecisos y poco planificados, pero sin obstáculos.
Ver fragmentos (8) y (11).

I.
Totó y Joel consiguieron diplomas de excelencia. Es curioso ver como los adultos consiguen calmarse con una señal tan frívola. Los jóvenes consiguieron calificaciones sobresalientes, las mismas que utilizaron como moneda para comprar sus caprichos. Con este cuento se desnuda otra de las realidades del sistema educativo tan limitado, y revela el cómo los padres sobrevaloran lo conseguido en la escuela, en vez de lo conseguido en la educación en casa.
Ver fragmentos (10 y (11).

El trágico desenlace.

J.
Como muchas actividades clandestinas, las consecuencias se dejan ver, a veces por toda la sociedad. Esto es lo que representa "cascada de luz que caía",
Ver fragmentos ( ) y ( ).

K.
Totó y Joel, quienes junto a sus amiguitos habían elevado el consumo o abuso de los objetos de placer, no consiguieron controlar su actividad clandestina, pues, cuando los bomberos acudieron a la emergencia "encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo". Esto simboliza a una sociedad que llega tarde a intentar solucionar los problemas que se postergaron y se agrabaron. A veces, esta sociedad llega a destiempo para contemplar las consecuencias de su negligencia y/o para recoger y limpiar la tragedia ocurrida.
Ver fragmento (13) y (14).

L.
"El sofá y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban..." desde aquí el autor nos muestra como es que los objetos materiales son tan degradables o depreciables, que fácilmente pierden su precio cuando se les compara con la vida u otros valores esenciales.
Ver fragmento (13).

M.
Sin embargo, en los daños a la casa o la pérdida de los objetos materiales no son la tragedia. Los bomberos también encontraron a los niños que "flotaban por toda la casa" como consecuencia de que "habían abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se había rebosado.", frase que reafirma nuestro comentario en el punto K.  Aquí, el autor narra la tragedia del cuento de una manera muy sutil, como evitando herir la sensibilidad del lector, por ello emplea la palabras "flotaban" y "ahogados" en lugar de "muertos". Y, al mismo tiempo, revela la pérdida de todo un grupo de jóvenes que "se había ahogado", haciendo un simbolismo de a toda nuestra generación de jóvenes.
Ver fragmento (14).

N.
El uso de la frase "cuyos aborígenes" no es casual, el autor nos lleva a la idea de que esta sociedad occidental, tan desarrollada tecnólogicamenrte, quizá no está tan desarrollada humanamente, a pesar de que ha recibido a inmigrantes queines les ha dado la oportunidad de amplair su cosmovisión (de los aborígenes occidentales).
A partir de este cuento se pueden hacer críticas a esta sociedad occidental que con excesiva arrogancia llevó su filosofía materialista y consumista hacia los pueblos nativos de América, pero que en esencia sigue rezagada en llegar a ser "maestros en la ciencia" de comprender a la naturaleza y de mejorar las relaciones humanas para la paz.
Ver fragmento (15).

Fin.



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La luz es como el agua

[Cuento - Texto completo.] 
Autor: Gabriel García Márquez


(1)

En Navidad los niños volvieron a pedir un bote de remos.

-De acuerdo -dijo el papá, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena.

Totó, de nueve años, y Joel, de siete, estaban más decididos de lo que sus padres creían.

-No -dijeron a coro-. Nos hace falta ahora y aquí.

(2)

-Para empezar -dijo la madre-, aquí no hay más aguas navegables que la que sale de la ducha.

Tanto ella como el esposo tenían razón. En la casa de Cartagena de Indias había un patio con un muelle sobre la bahía, y un refugio para dos yates grandes. En cambio aquí en Madrid vivían apretados en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. Pero al final ni él ni ella pudieron negarse, porque les habían prometido un bote de remos con su sextante y su brújula si se ganaban el laurel del tercer año de primaria, y se lo habían ganado. 

(3)

Así que el papá compró todo sin decirle nada a su esposa, que era la más reacia a pagar deudas de juego. Era un precioso bote de aluminio con un hilo dorado en la línea de flotación.

-El bote está en el garaje -reveló el papá en el almuerzo-. El problema es que no hay cómo subirlo ni por el ascensor ni por la escalera, y en el garaje no hay más espacio disponible.

Sin embargo, la tarde del sábado siguiente los niños invitaron a sus condiscípulos para subir el bote por las escaleras, y lograron llevarlo hasta el cuarto de servicio.

(4)

-Felicitaciones -les dijo el papá ¿ahora qué?

-Ahora nada -dijeron los niños-. Lo único que queríamos era tener el bote en el cuarto, y ya está.

(5)

La noche del miércoles, como todos los miércoles, los padres se fueron al cine. Los niños, dueños y señores de la casa, cerraron puertas y ventanas, y rompieron la bombilla encendida de una lámpara de la sala. Un chorro de luz dorada y fresca como el agua empezó a salir de la bombilla rota, y lo dejaron correr hasta que el nivel llego a cuatro palmos. Entonces cortaron la corriente, sacaron el bote, y navegaron a placer por entre las islas de la casa.

(6)

Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza mía cuando participaba en un seminario sobre la poesía de los utensilios domésticos. Totó me preguntó cómo era que la luz se encendía con sólo apretar un botón, y yo no tuve el valor de pensarlo dos veces.

-La luz es como el agua -le contesté: uno abre el grifo, y sale.

(7)

De modo que siguieron navegando los miércoles en la noche, aprendiendo el manejo del sextante y la brújula, hasta que los padres regresaban del cine y los encontraban dormidos como ángeles de tierra firme. Meses después, ansiosos de ir más lejos, pidieron un equipo de pesca submarina. Con todo: máscaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido.

(8)

-Está mal que tengan en el cuarto de servicio un bote de remos que no les sirve para nada -dijo el padre-. Pero está peor que quieran tener además equipos de buceo.

(9)

-¿Y si nos ganamos la gardenia de oro del primer semestre? -dijo Joel.

-No -dijo la madre, asustada-. Ya no más.

El padre le reprochó su intransigencia.

-Es que estos niños no se ganan ni un clavo por cumplir con su deber -dijo ella-, pero por un capricho son capaces de ganarse hasta la silla del maestro.

(10)

Los padres no dijeron al fin ni que sí ni que no. Pero Totó y Joel, que habían sido los últimos en los dos años anteriores, se ganaron en julio las dos gardenias de oro y el reconocimiento público del rector. Esa misma tarde, sin que hubieran vuelto a pedirlos, encontraron en el dormitorio los equipos de buzos en su empaque original. De modo que el miércoles siguiente, mientras los padres veían El último tango en París, llenaron el apartamento hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante años se habían perdido en la oscuridad.

(11)

En la premiación final los hermanos fueron aclamados como ejemplo para la escuela, y les dieron diplomas de excelencia. Esta vez no tuvieron que pedir nada, porque los padres les preguntaron qué querían. Ellos fueron tan razonables, que sólo quisieron una fiesta en casa para agasajar a los compañeros de curso.

El papá, a solas con su mujer, estaba radiante.

-Es una prueba de madurez -dijo.

-Dios te oiga -dijo la madre.

(12)

El miércoles siguiente, mientras los padres veían La Batalla de Argel, la gente que pasó por la Castellana vio una cascada de luz que caía de un viejo edificio escondido entre los árboles. Salía por los balcones, se derramaba a raudales por la fachada, y se encauzó por la gran avenida en un torrente dorado que iluminó la ciudad hasta el Guadarrama.

(13)

Llamados de urgencia, los bomberos forzaron la puerta del quinto piso, y encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo. El sofá y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban en la sala a distintos niveles, entre las botellas del bar y el piano de cola y su mantón de Manila que aleteaba a media agua como una mantarraya de oro. Los utensilios domésticos, en la plenitud de su poesía, volaban con sus propias alas por el cielo de la cocina. Los instrumentos de la banda de guerra, que los niños usaban para bailar, flotaban al garete entre los peces de colores liberados de la pecera de mamá, que eran los únicos que flotaban vivos y felices en la vasta ciénaga iluminada. En el cuarto de baño flotaban los cepillos de dientes de todos, los preservativos de papá, los pomos de cremas y la dentadura de repuesto de mamá, y el televisor de la alcoba principal flotaba de costado, todavía encendido en el último episodio de la película de media noche prohibida para niños.

(14)

Al final del corredor, flotando entre dos aguas, Totó estaba sentado en la popa del bote, aferrado a los remos y con la máscara puesta, buscando el faro del puerto hasta donde le alcanzó el aire de los tanques, y Joel flotaba en la proa buscando todavía la altura de la estrella polar con el sextante, y flotaban por toda la casa sus treinta y siete compañeros de clase, eternizados en el instante de hacer pipí en la maceta de geranios, de cantar el himno de la escuela con la letra cambiada por versos de burla contra el rector, de beberse a escondidas un vaso de brandy de la botella de papá.  Pues habían abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se había rebosado, y todo el cuarto año elemental de la escuela de San Julián el Hospitalario se había ahogado en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. 

(15)

En Madrid de España, una ciudad remota de veranos ardientes y vientos helados, sin mar ni río, y cuyos aborígenes de tierra firme nunca fueron maestros en la ciencia de navegar en la luz.